Si
por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo, y me
regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero sí
pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen,
sino por lo que significan... Si yo tuviera corazón, escribiría mi odio sobre
el hielo, y esperaría a que saliera el sol.
Regaría
con mis lágrimas las rosas, para el sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado
beso de sus pétalos. Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida.
No dejaría pasar un solo día sin decirle a la
gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer y a cada hombre de
que son mis favoritos y viviría enamorado del amor...
A
los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de
enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de
enamorarse.
A un niño le daría alas, pero dejaría que él
solo aprendiese a volar. A los viejos, a mis viejos, les enseñaría que la
muerte no llega con la vejez sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de
vosotros los hombres... He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima
de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir
la ladera.
He aprendido que cuando un recién nacido
aprieta con su pequeño puño por vez primera el dedo de su padre, lo tiene
atrapado para siempre. He aprendido que un hombre únicamente tiene derecho de
mirar a otro hombre de arriba abajo, cuando ha de ayudarlo a levantarse.
Son
tantas las cosas que he podido aprender de vosotros, pero finalmente de mucho
no habrán de servir porque cuando me guarden dentro de esta maleta,
infelizmente me estaré muriendo.
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